Este comportamiento suele ser una señal de que la persona no ha sanado emocionalmente o que no está lista para comprometerse en una nueva relación.

Además, la falta de comunicación dentro de la relación puede aumentar esa sensación de inseguridad y llevar a decisiones impulsivas como revisar el celular de la pareja, dañando la confianza.

Mantener el control

En ese sentido, también surge la necesidad de mantener el control, aunque el objetivo de pedir las claves suele ser para mejorar la relación y asegurar su estabilidad, el resultado suele ser el opuesto.

En vez de construir confianza, este acto tiende a sembrar desconfianza, generando un ambiente de tensión que termina afectando la relación.

Esta necesidad de vigilar cada interacción no solo desgasta emocionalmente a quien ejerce el control, sino que también coloca a la relación en un ciclo constante de sospecha.

Además, la dinámica de desconfianza crea una distancia entre los miembros de la pareja, volviendo difícil la comunicación sincera y genuina, y en ese sentido, en lugar de fortalecer el vínculo, lo debilita.

Buscar el equilibrio con la pareja

De esta manera, según la experta, lo ideal dentro de la relación es buscar el equilibrio entre la confianza y la autonomía, el cual está ligado en un 100% a la seguridad personal.

“Cuando te sientes seguro en ti mismo, es más fácil confiar en tu pareja sin necesidad de controlar cada aspecto de su vida”, asegura Origgi.

A ello, complementa que es recomendable establecer “códigos”, los cuales pueden permitir que partes sepan qué están dispuestas a ceder sin comprometer su bienestar emocional.

 

No se trata de compartir contraseñas o vigilarse mutuamente, sino de crear un espacio de respeto y entendimiento mutuo.

Por último, Origgi enfatiza que estos acuerdos deben surgir de una conversación abierta y sincera, donde ambos miembros de la pareja expresen sus necesidades y límites.

Por lo tanto, el objetivo no es restringir la libertad del otro, sino que construir una relación basada en el respeto mutuo, donde cada uno conserve su autonomía y la relación no se vea afectada por inseguridades o expectativas irreales.