Mediante el análisis de pequeñas muestras de plumas fósiles con microscopios electrónicos y pruebas químicas, descubrieron que las plumas se habían conservado en el mineral zeolita, un modo de conservación nunca antes descrito.

Mineral zeolita

“Las zeolitas son minerales ricos en silicio y aluminio y son comunes en entornos geológicos volcánicos e hidrotermales”, explica Rossi.

“Se pueden formar como minerales primarios (como bonitos cristales) o formarse secundariamente, durante la alteración natural del vidrio y la ceniza volcánicos, dando a la roca un aspecto de roca de barro”, matiza la investigadora.

La alteración de la ceniza por el paso del agua indujo la precipitación de nanocristales de zeolitas que, a su vez, replicaron las plumas hasta el más mínimo detalle celular.

La fina conservación de las estructuras de las plumas indica que el cadáver del buitre quedó sepultado en un depósito piroclástico de baja temperatura.

El coordinador del estudio, Dawid A. Iurino, de la Universidad de Milán explica que, aunque “solemos pensar que los depósitos volcánicos están asociados a corrientes piroclásticas calientes y rápidas que destruyen los tejidos blandos”, los entornos geológicos “son complejos y pueden incluir depósitos a baja temperatura que pueden preservar los tejidos blandos”.

 

“Nunca esperamos encontrar tejidos delicados como plumas conservadas en una roca volcánica pero descubrimientos como este amplían el abanico de posibles tipos de roca en los que podemos encontrar fósiles, incluso aquellos que preservan tejidos blandos frágiles”, añade Maria McNamara, del University College de Cork.

“El registro fósil no deja de sorprendernos”, concluye la investigadora.