Ante la situación, el niño informó a la madre de lo que había sucedido, y lo corroboró cuando testificó en el juicio.

La progenitora llevó a su hija al hospital donde, ante la posibilidad de la existencia de una agresión sexual, se activó el código púrpura y se alertó a la Policía, que detuvo al adolescente.

En el caso testificaron la madre, su hijo, el agente de policía que participó en la detención, los peritos de entorno social, el psicólogo y el médico que atendieron a la niña en el hospital.